¡Hola a todos Kikote-seguidores! ¿Cómo estáis? ¡Cuánto tiempo sin vernos! Aunque no lo creáis no me he olvidado de vosotros.
Pero bueno, aquí estoy de nuevo. Llevo unos días de locos, sin parar. Como este mundo que no nos deja parar y nos mete en una rueda de hacer, hacer y hacer y no fomenta el DISFRUTAR: de nuestro tiempo, de la buena compañía, del descansar, del practicar nuestros hobbies, ... ni siquiera del mayor de los placeres... ¡EL REIR!
Así que nos toca con pequeños gestos, como este blog, el "luchar" contra todo eso. Yo soy el primero que tengo que aplicarme el cuento y pienso hacerlo. Os invito a ello.
Esta es una teoría que todos conocemos y que se nos olvida el practicarla muy a menudo. Yo tengo la suerte de pasar todo el día rodeado de niñ@s y ellos me lo recuerda una y otra vez con sus viditas (de las que tanto tenemos que aprender).
Hoy lo que os invito a compartir es un homenaje a ellos, ya que se trata de un cuento. Lo que pasa es que como ellos no lo entenderían (o sí) prefiero compartirlo con vosotros.
No dejéis que el niñ@ que lleváis dentro desaparezca. Kikote es obra de ello. Mejor me iría muchas veces si fuese más Kikote y menos Gabriel.
Os dejo con uno de los mejores cuentacuentos que conozco.
¡A reir toca!
Un besazo y una sonrisa de payaso